top of page

 Black and White Works

El

EL REMO y La Corona

Historia de Cuba : entre mito y colores

1994

El remo cubano.jpg

DELOS : El Remo

(1994)
48 "   x   48  "
oil on canvas
1994

D E L O S

            Tierra de claridad, fuiste salvada por las aguas del edicto celoso de la madre Hera – cuando prohibió que tierra alguna diera orilla a la que llevaba en el vientre la semilla del Cielo Zeus. Así Poseidón poseído de audacia se las ingenió para encontrarle una rendija a la ley odiosa de la mujer cornuda.

            Vino a ti Leto, cargada de Apolo y Artemisa, el sol y la luna, nada más y nada menos, a parir sus luminarias. Vino a ti Leto, Letona, nombre de la noche negra que Zeus amó y sembró con el doble antipódico del tiempo humano. Día y Noche, Sol y Luna.

            Con cadenas adamantinas fija Poseidón la isla al fondo del mar, para recibir firme a la negra bella, la escondida Leto, cargada de tiempo, de vida, y de misterio, que eso son el sol y la luna. Así también la salida al mar de los niños de Guantánamo en este éxodo cubano en balsas (año 1994) se encierra en la semilla de esa historia antigua, y el remo roto que flota de momento lo amarra al fondo salobre el alambrado guantanamero de otro dios del mar que encuentra el modo de escapar a los decretos injustos de las Heras mundiales.

            La tierra móvil inmovilizada – parece negación y sin embargo es el alambre lo que da lugar a su semilla. Delos es un ardid. El sol y la luna nacen de dos ardides: primero el de los amoríos de Zeus y la noche escondida, después el de Poseidón, y los decretos pasados por alto por él.

REMO / ISLA    

MOVILIDAD / FUNDAMENTO

            Roto el remo, de ahí su libertad en sentido un tanto negativo. No tiene quién lo maneje o utilice como instrumento.

            Leto, la noche, encuentra en el remo roto su puerto.

¿Qué quiere decir todo esto?

¿Qué remos rotos, alambrado, me pusieron a mí en el mapa de la vida, a mí y a mis hijos? Qué tipos de imposibilidades me recibieron la semilla que cargué del cielo? The wanderings held fast. El viajar, amarrado: primero la arrancada de las raíces en Camagüey – adiós a las hermanas, a las primas y a los tíos, cuando éstos se marchaban de Camagüey. Luego, hablando de mis padres y yo, nuestras idas y vueltas a La Habana, para gestionar él su salida de Cuba. La despedida de los abuelos, del patio donde jugué – DELOS, claridad para la noche recibir.

¿De qué color ha de ser el remo? ¿Claridad refulgente, blanco dorado? ¿El mar, fondo salobre y oscuro de Leto, qué color?)

Después, de La Habana a España – recuerdos de nuestra visita al Centro para Refugiados aquel donde les daban ropa, alguna comida enlatada, un poco de dinero, y cierto rumbo a los exiliados (sin asilo) cubanos. Recuerdos que tengo de cuando escogimos mis padres y yo, en un cuarto, ropa de invierno – todas aquellas perchas de lana ajena para el frío madrileño, muy fuerte ese año. Y en nuestra pensión, como nos cobijábamos metiendo periódicos entre las sábanas, y que dormíamos con la ropa aun puesta, por el frío: frío de no tener la tierra, era. Era que se era Hera. (Creo que ahí está el significado de su nombre para mí – un  quitarle la “H”) (y DELOS= la claridad del futuro que de algún modo nos sería acogedor, y burlaría el pasado de lo que era).

Después el remo roto y alambrado fue Dela…ware – el idioma nuevo, las costumbres que no tenían nombre en nuestro léxico, salvo algunos puntos que en medio del mar nuevo lográbamos fijar con alguna referencia a nuestro propio alfabeto, a nuestras semillas.

De allí el crecer en mi casa entre cariños y tristezas – la tristeza de la relación no muy tranquila entre mis padres, las angustias de ella, que necesitaba, y de mi padre que escapaba. El alambrado de púas también cuando yo iba dándome cuenta de mi sexualidad rota, deseo del mismo signo y la insatisfacción de los éxtasis de miedo por los decretos de lo que hera.

            También Delos fue mi tiempo en San Juan. Allí comenzaba a sentir la raíz caribeña que era y no era la mía a la vez. Y veía el rift, de nuevo, entre mis padres, la doble semilla de sol y luna que de algún modo latía dentro de mi oscuridad. Solo un ardid ….

            Las claridades, después, de Salamanca – en medio de la noche de mi St. John’s místico y “sexual”, ambos a la máxima potencia (sol y luna, to the máximum). El alumbramiento que fue para mí ese vagar por Salamanca, sin base, para poderla descubrir y recibir en las páginas de los sueños de Quijote – otro loco de sexo y de ideas, pero español.

            El remo roto y alambrado, sexo e idea. Alejandro y Matthew en St. John’s, Eugenio después en Miami, ahora mi descubrimiento del símbolo como algo que se lleva en carne propia y duele, no espera, algo que quiere y tiene que nacer.

            Para escogerle los colores, fijar su fluidez sobre el lienzo, preciso vivir con el latido de mis dos semillas. El ardid del amor primero. Bola de fuego uno, espejo redondo y lento la otra. Verme yo oscura como Leto allí donde depositó el dios mi castigo y mi plenitud, mi debilidad y mi fuerza, mi perdición y mi puerto. Pedirle al mar dios que me trague en la desesperanza de mi madre que de algún modo siempre alcanza la imposibilidad de mi padre. Por esa imposibilidad ni más ni menos. Adamantina como las columnas que fijaron la isla al fondo de los piélagos, arraigadas en los fondos de las aguas pasadas, presentes, y futuras.

            La creación de un mundo. Lograr una tierra con sol y luna, con día y noche en la eternidad del amor.

Niño de Marinero Chirino.jpg

"Mi madre me vistió de Marinero..."
(1994)
48 "   x   48  "
oil on canvas
1994

“CORONA” Guantanamera

            Los alambres que aprisionan al niño de mi cuadro salen como de las tiendas de campaña, ciudad laberinto guantanamero que se ve hacia el fondo y que corona, además, todo el conjunto.

            El niño está sentado con los brazos extendidos sobre una roca marina, pero con gesto de querer alcanzar algo. Gesto de abandono, vulnerabilidad, espera – más que nada, espera. (¡No hay des-esperanza!) No tiene camisa, y por eso se le ve la piel muy tostada, en contraste de merengue acaramelado con los pantalones blancos, algo remangados, pero con una sugestiva línea marinera, y con el sombrero que lleva en su cabeza, también de marino.

            No porque el alambrado haga tan largo trayecto desde las carpas hasta todo el cercado – apuntalado por remos como el del primer cuadro, blanquidorados – deja de terminar en una madeja de alambre, como si fuera estambre. Se dice que la constelación de La Corona, en el atlas de los cielos, para el cristiano, fue la corona de las espinas del Cristo – para los griegos y cretenses, la de las bodas de Ariana con Dionisio, que éste luego lanzó al cielo para inmortalizar a su querida, cuando ésta murió, siendo mortal. De nuevo, la duplicidad de púa y flor, de sufrimiento y goce – tierra y cielo, muerte e inmortalidad. La bola de estambre de púas se refiere al hilo que usó Ariana para sacar a Teseo del Laberinto. Así es que la idea es que para llegar al corazón del laberinto, donde está el toro-hombre del espiral, hay que entendérselas con la trayectoria de púas.

            El niño de mi pintura, claramente, no es Ariana, ni es tampoco Teseo. ¡Es … Deseo! Y el deseo es un ser que contempla y añora la otra orilla, pero teniéndoselas que entender con las barreras que lo aguantan y lo relacionan al laberinto de carpas. La indigencia – lo ingente – lo innoble de un mundo disparejo, mitad bestia, mitad rey, que clasifica al deseo en la misma indigente y desparejada desunión de los contrarios. El Deseo acusado y acorralado. El niño convertido en no gente, castigado con la conciencia – algo así como el pecado original para el cual la corona de espinas será redención – del mundo dividido en dos.

            La alusión, pues, a la corona – la colocación de ésta sobre la cabeza del niño en forma de gorrito marinero, es mi manera de ver, una vez más, de sacar del mar, su objeto de deseo, por así decirlo, o quizás mejor dicho, el vehículo para viajar a ese punto de orillo. Es el movimiento. Es la idea de que en el fluir, en el movimiento – la acción – está la posibilidad, la liberación de la contemplación.

Guantanamo Father and Son Chirino.jpg

G u a n t a n a m o  : La CORONA
(1994)
48 "   x   48  "
oil on canvas
1994

Childern Without a Country program cover

G u a n t a n a m o  : Program for the GALA

10" x   10" 

printed publication"
 

1994

bottom of page